Amor pasional: cuando estamos cegados por el amor

Amor pasional

¿Es cierto que solo se puede estar enamorado 18 meses? Si es así, ¿por qué sucede esto? ¿Qué es exactamente el amor pasional, o la primera fase de una relación?

Amor pasional: primera etapa en una nueva relación

Amor pasional

La fase amorosa inicial en una relación a menudo se caracteriza por una percepción muy selectiva: nos enfocamos completamente en lo maravilloso y atractivo de nuestra pareja. Esta es la fase de pasión y fusión, también llamada luna de miel. El amor apasionado se caracteriza por emociones intensas relacionadas con la novedad. En la relación predomina este sentimiento de bienestar que proviene de la presencia del otro. 

Con el tiempo, esta hermosa pintura se suaviza y también percibimos rasgos menos atractivos. Así, se rompe la negación de la existencia de tales rasgos y el amor apasionado puede convertirse gradualmente en un amor maduro más realista y duradero.

A medida que avanza una relación, es bastante común pasar del sueño a la realidad. Desde los comienzos en los que se tiene la impresión de vivir un auténtico cuento de hadas. Hasta los primeros desencantos y las primeras desilusiones, que en ocasiones pueden sacar lo mejor de una pareja.

Este proceso de conocerse en una relación puede llevar mucho tiempo, dependiendo de cómo se ve la relación. La frecuencia con la que se encuentran, la intimidad y la honestidad entre ellos y más. 

Hasta el momento, ninguna investigación seria ha demostrado que habría un límite de solo 18 meses. Esta declaración tal vez solamente refleja que en general lleva un poco más de un año dejar de lado esta noción idealista de la pareja.

Neuroquímicos y amor

El amor pasional implica una intoxicación de dopamina en el cerebro, caracterizada por experiencias de deseo y placer. Es intenso y selectivo y no deja mucho espacio para otros intereses. 

Desde una perspectiva evolutiva, es comprensible que esta intoxicación a lo largo del tiempo necesite ser balanceada y complementada con la oxitocina, la «hormona del abrazo». Para que pueda desarrollarse una atracción cotidiana más amplia y amigable, que brinde espacio para la formación de la familia, el trabajo y más.

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