Un ambiente hogareño saludable es una mezcla de felicidad, algunos conflictos ocasionales y tal vez incluso algunas discusiones, pero con respeto y con ánimos de mejorar la convivencia.
Desde el estilo de crianza hasta la división del trabajo, los desacuerdos entre una pareja son parte de una familia normal. Pero uno de los aspectos más importantes de un hogar saludable es donde el niño crece en un ambiente cálido y positivo.
La definición de hogar para un niño es seguridad emocional y abundancia de amor. Solo se puede lograr un ambiente hogareño propicio y animado cuando los padres tienen una buena relación entre ellos. Además, el entorno debe ser positivo para que el niño encuentre un entorno seguro, protegido y, lo que es más importante, en el que el niño pueda desarrollarse.
Los argumentos de los padres a veces pueden dificultar que el niño piense lógicamente, socavar la salud mental e interrumpir la zona segura del niño.
5 efectos negativos de las peleas de los padres en los niños
Si las discusiones de los padres se vuelven regulares, el niño no se siente seguro en el hogar porque constantemente pregunta «¿qué pasa después de la pelea?» él mismo se hace la pregunta.
El niño se encuentra culpable o responsable en las discusiones entre los padres y se aleja de los padres. Estas son algunas de las experiencias de un niño atrapado entre las discusiones diarias de los padres;
1. Influye sobre el respeto a sí mismo del niño
Cuando un niño ve a sus padres discutiendo de forma constante, se siente culpable, asustado, vulnerable e inseguro. El niño no sabe cómo reaccionar ante la situación y, a menudo, se culpa a sí mismo.
Esto convierte al niño en una persona con baja autoestima en la edad adulta. El hecho de que sus padres piensen que son infelices afecta la confianza en sí mismo del niño. Y a veces los niños se culpan a sí mismos. Tal vez supongan que están haciendo algo por lo que sus padres no están contentos.
2. Crea problemas alimenticios
El niño puede sentirse ansioso, deprimido e impotente cuando se enfrenta varias veces a las discusiones diarias de los padres. Esto puede llevarlos a evitar comer o a comer en exceso. Incluso provoca angustia emocional, ansiedad, dolores de cabeza, problemas estomacales y problemas para dormir por la noche. Esto eventualmente puede debilitar el sistema inmunológico.
3. Influye en las futuras relaciones de pareja de los hijos
Afecta la percepción del niño sobre la relación y la relación del mundo con los niños. El niño imita a sus padres. Un niño que ve a sus padres pelear, discutir e incluso sufrir violencia doméstica constantemente puede aprender lo mismo.
Él hará lo mismo con una futura pareja o alejará a las personas como resultado de haber sido lastimado.
4. Repercusiones en el entorno escolar
Una zona de guerra constante en el hogar afecta la salud mental del niño y afecta su desempeño escolar. La mente del niño está preocupada por las escenas retrospectivas y puede seguir pensando en formas de resolver el conflicto. Esto les dificulta concentrarse en los estudios en la escuela.
En este proceso, el niño puede enfermarse más a menudo o la tensión en el hogar puede dificultar el trabajo. Por esta razón, el niño generalmente tiende a estar por debajo del promedio en la escuela.
Puede ser agresivo
Los niños a menudo actúan de manera agresiva y transmiten sus rabietas a sus padres u otras personas. Los niños mayores piensan en formas de huir de casa o caer en el abuso de sustancias.
Incluso encuentran excusas para alejarse de casa o permanecer en la escuela un poco más. Absentismo escolar infantil, desprecio por los derechos de los demás, mentiras, robos, trampas, adicción a la nicotina o al alcohol, juegos de azar, uso excesivo de redes sociales y videojuegos, relaciones excesivas con amigos, etc.
Pueden desarrollar conductas antisociales y delictivas también como efecto de ver permanentemente discutir a sus padres.
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