¿Qué consejo le darías a tu yo más joven?

Hablar con tu yo más joven

Dos investigadores estadounidenses acaban de publicar en la revista Psychological Science el primer estudio serio sobre una pregunta que parece atormentar a millones de personas, y para la cual se espera que todas las personas famosas, desde Bill Gates hasta Kesha, tengan una respuesta: ¿qué consejo le darías a tu yo más joven? [¹]

Robin Kowalski y Annie McCord preguntaron a los 400 participantes del estudio, todos mayores de treinta años, y obtuvieron algunas respuestas interesantes: “No te cases con ella…». Pero con esto nos acercamos un poco más a resolver un dilema que siempre nos ha atormentado: ¿qué es exactamente lo que la gente espera lograr cuando se hacen esta pregunta?

Porque, después de todo, es una paradoja. Si hemos adquirido la sabiduría en la que se basan nuestros consejos, es solo porque hemos cometido los errores que hoy tratamos de evitar para nosotros mismos.

Aconsejar a tu yo más joven para mejorar tu presente

Por ejemplo, muchos han proporcionado una versión personal de la respuesta «Deja de tener miedo»: miedo al fracaso, al juicio de los demás, a la vida. Un gran consejo, pero nunca te darás cuenta de lo útil que es hasta que te dejes guiar por el miedo y veas a dónde te ha llevado. La experiencia, como dicen, es una maestra despiadada: primero te hace tomar el examen y luego te explica la lección.

Por supuesto, si eso de «dar consejos a tu yo más joven» era solo una técnica para animar y recordar todo lo que hemos aprendido en la vida, nadie podría presentar objeciones. Pero observando las respuestas de los participantes del estudio, con mucha más frecuencia la sensación es la de un indicio de arrepentimiento. La gente realmente desea no haberse casado tan joven, elegir una determinada carrera para complacer a sus padres o gastar mucho dinero en lugar de ahorrar.

A las personas les resulta útil darse consejos a sus yo más jóvenes porque, después de todo, es una forma de darse consejos en el presente.

Y esto solo resalta que el arrepentimiento, aunque perfectamente comprensible, es básicamente una emoción contradictoria: el hecho de que lo sentimos significa que nos hemos convertido en el tipo de personas que pueden observar críticamente lo que han hecho en el pasado, cuando eran personas diferentes. Lo que, a su vez, significa que, a juzgar por los valores que tenemos hoy, las experiencias de la vida nos han hecho mejores personas y (al menos racionalmente) deberíamos ser más felices que arrepentidos.

O tal vez no estamos tomando en cuenta una explicación obvia, que los autores del estudio también mencionan, la cual es que a las personas les resulta útil darse consejos a sus yo más jóvenes porque, después de todo, es una forma de darse consejos en su presente, de transformar su comportamiento actual en base con lo que han aprendido.

Esto recuerda a la famosa tesis según la cual adoptar una perspectiva externa sobre nuestros problemas, por ejemplo, escribir sobre nosotros en tercera persona, puede favorecer una actitud más serena y menos autocrítica hacia nosotros. Pero en este caso, esto sugeriría hacer a un lado el viaje en el tiempo (el equivalente en términos de autoayuda de la pregunta: «¿Matarías a Hitler cuando era un bebé?») y dirigirte directamente a la pregunta real: ¿qué consejo le darías a un amigo que quieres?

Porque la pregunta principal, después de todo, no es qué podríamos haber hecho de manera diferente en el pasado, si hubiéramos sido la persona que no podíamos haber sido entonces, sino qué haríamos ahora, si nos tratáramos con al menos la mitad de la amabilidad y el afecto que dedicaríamos sin dudar a familiares o amigos cercanos. Esto, a diferencia del intento de cambiar el pasado, tiene la enorme ventaja de no ser una meta imposible.

Bibliografía
  1. If I knew then what I know now: Advice to my younger self. Robin M. Kowalski &Annie McCord. Published online: 05 May 2019 https://doi.org/10.1080/00224545.2019.1609401 [Enlace]

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