Mi hijo es muy desobediente y nunca me escucha

Una niña desobediente

Le pido algo a mi hijo, se niega a obedecerme, argumenta, es terco y al final hace lo que quiere, me desafía, siento que está en mi contra. ¿Lo habré criado mal y le di muchos caprichos? ¿Qué está mal con él? 

Imagina que, para apagar un fuego, primero debemos haber comprado un extintor y ponerlo en un lugar de fácil acceso. Bajo este mismo razonamiento, ¡el trabajo que hace el padre con su hijo se hace desde un estado de calma!

Un niño desarrolla códigos de comunicación, basados ​​en el historial de aprendizaje y la interacción con el entorno. El entorno, que es un factor determinante para el mapeo cognitivo de las conductas del niño, es principalmente la familia

Al niño, a través del contexto familiar, se le enseñan actitudes y valores. Por ejemplo, un padre que deja de lado las necesidades emocionales de su hijo y da prioridad a las suyas propias debería esperar una ausencia similar de su hijo cuando sea adulto. 

Para que el padre establezca los límites correctos, su comportamiento debe estar en consonancia con sus palabras; de lo contrario, se crea confusión. El niño aprende a través de la imitación, por lo tanto, si el padre o la madre no pueden controlar su enojo, tampoco pueden esperar que su hijo use el diálogo. 

Tres dimensiones en la conducta reaccionaria del niño 

El reconocimiento, por parte de los padres, de la etapa de desarrollo del niño, es decir, para poder distinguir si el niño es capaz de entender lo que se le pide, juega un papel importante en la forma de hacer cumplir los límites.

1. La oposición del niño consigo mismo 

Funciona como un mecanismo de desarrollo personal, para superar sus límites y reclamar sus «deseos». 

2. Contra los padres 

Reacción hacia los padres que a veces expresa la necesidad de atención por parte de ellos. Otras veces, los comportamientos reactivos actúan como pruebas de límites de los padres para que el niño gane más terreno en la autonomía de sus elecciones. 

3. Contra sus compañeros 

Especialmente a una edad temprana, el compañerismo es un desafío para el niño, ya que lo empuja del egocentrismo al intercambio y la transacción social. Dentro del grupo, el niño entrará en roles: a veces ganará y otras perderá. Cómo lo maneja depende del mapa mental que le brinde la familia, así como del contexto escolar.

Los límites son importantes en la vida de un niño.

Pero ¿qué debe considerar el padre o la madre permisible y qué no?

Los límites necesitan coherencia por parte de los padres, no solo para ambos los apliquen, sino para que queden claros. Un ejercicio que los padres encuentran bastante útil es este: categorizar los límites.

  • A. No permitido – p. Ej. no se permiten palabras ofensivas 
  • B. Permitido algunas veces – por ejemplo, los fines de semana o días festivos la hora de dormir cambia 
  • C. Admisible – p. Ej. Se le permite gritar cuando juega a la pelota

Otro factor importante es la libertad de expresión de la ira.

La ira es una reacción normal, por lo que es mejor que el niño aprenda a expresar su emoción verbalmente, que internalizarla o exteriorizarla con comportamientos reaccionarios no deseados. 

¿Qué utilidad tiene la etiqueta «niño bueno o malo»?

Aquellos de ustedes que son padres y están experimentando un comportamiento reactivo por parte de su hijo, hagan la siguiente prueba personal: imaginen que han aceptado un nuevo trabajo y su jefe les pide que completen una actividad, pero no conocen los parámetros. ¿De verdad podrás hacer un buen trabajo si no sabes cuáles son las reglas?

La comunicación adecuada se «construye» a través de la explicación.

Cuando, por ejemplo, el niño le pide a los padres que vayan al parque, aunque está lloviendo, y ellos simplemente se niegan, sin dar una explicación, se consolida aún más el malentendido.

Los niños tienden a adaptarse más fácilmente cuando los cambios se realizan gradualmente y están adecuadamente justificados. Los padres, dotados de paciencia y comprensión hacia el niño, pueden ayudarlo a «construir» un modelo de conducta, que se basará en el diálogo verbal. 

Privar a nuestro hijo de algo puede molestarlo, pero cuando sabe por qué su deseo no se hace realidad, se sentirá más seguro. Esto evita el impacto negativo en la relación padre-hijo.

¿Es útil decirle «bien hecho» a mi hijo?

El elogio es de mucha ayuda y funciona como recompensa. Decir «bravo» se considera una recompensa verbal; es bueno que vaya acompañado del reconocimiento de un comportamiento positivo, p. Ej. Bien hecho por limpiar tu habitación.

A menudo, los padres recompensan el comportamiento positivo con el «bravo», mientras que al mismo tiempo, sin saberlo, refuerzan un comportamiento indeseable al reconocerlo, por ejemplo. manchaste la pared de nuevo. Resultado; se da un patrón repetitivo de comportamiento que no quieren. 

No existe un niño «fácil» o «difícil». Hay temperamentos más fuertes que otros y, en algunos casos, puede haber una dificultad de desarrollo subyacente. En casos especiales, los padres deben consultar a un psicólogo especialista, especializado en problemas de comportamiento, con el fin de poder delimitar al niño de manera más focalizada y, al mismo tiempo, estar más relajados. 

Ser padre es un desafío. Por eso, es beneficioso descomprimir la intensidad del día, para poder manejar con calma las reacciones del niño, siempre guiados hacia el beneficio del niño. 

No lo olvides: ¡eres el espejo de tu hijo!