Las heridas afectivas de la infancia y las repercusiones en el amor

Cómo superar las heridas en la infancia

Como niños, somos débiles y vulnerables, y tenemos una gran necesidad de cuidado, atención y amor, lo cual, sin embargo, rara vez se satisface, no necesariamente por mala voluntad sino a menudo porque nuestros padres no tienen suficiente tiempo y, sobre todo, porque no recibieron suficiente amor de sus padres y por lo tanto no aprendieron a amar o no recibieron una educación emocional adecuada.

Cómo repercuten las heridas afectivas de la infancia en el amor

Nuestra mayor esperanza es que cambien su forma de ser, de modo que realmente nos entendamos, nos respetemos y nos amemos tanto como sea necesario. Desafortunadamente, es una esperanza que rara vez se hace realidad, por muy intensos que sean nuestros esfuerzos y nuestras oraciones.

Así, con el tiempo, una especie de resignación se hace presente. Pero la esperanza no está muerta, solo está suspendida y se despierta cuando nos encontramos involucrados en una relación de pareja.

Expectativas en la relación de pareja

En las relaciones de pareja se pueden vivir tensiones y  conflictos, ansiedades y rupturas por las expectativas que surgen cuando la persona comienza a entrar en confianza y la relación se vuelve más sólida. Las expectativas pueden hacernos actuar de manera dependiente, obstruyendo la libertad de la otra persona y cargando sobre sus hombros el peso de carencias afectivas vividas en la infancia.

«¿Qué vas a hacer por mí? ¿Me ayudaras? ¿Me harás sentir bien? ¿Te darás cuenta de cuales son mis sueños? ¿Serás el padre perfecto para nuestros hijos? ¿El padre que no pude tener, la madre que no tuve? Ahora que estoy enamorado de ti, tienes el deber de hacer desaparecer mi sufrimiento. Escúcheme, sáname, hazme sentir bien». Estas expectativas, muchas veces mudas en la relación, se cargan como un costal sobre los hombros de alguno de los dos integrantes de la relación.

En resumen, la relación de pareja se convierte en una oportunidad a través de la cual creemos que podemos sanar de una vez por todas las heridas del amor, las deficiencias emocionales, las decepciones sufridas durante la infancia y la pareja se convierte de alguna manera en un sustituto de nuestro padre, de nuestra madre (o ambas cosas) e inconscientemente invitamos, y a veces desafiamos a la otra persona para que nos demuestre eso.

Cargas que se ponen sobre la pareja

Estas son expectativas excesivas, que solo la mente de un niño puede esperar satisfacer y, sin embargo, nuestro inconsciente está siempre en una etapa infantil. Estas son las bases sobre las que podemos establecer una relación de pareja, afectada por las heridas emocionales de la infancia y las carencias afectivas que hemos sufrido.

Además de pedirle a nuestra pareja habilidades y comportamientos más allá de las posibilidades humanas, formulamos nuestras solicitudes de manera incorrecta, por ejemplo, con un tono desafiante y agresivo, exigiendo con fuerza lo que creemos que se nos debe dar a nosotros, o con implicaciones, burlas, ironías y victimizándonos.

La relación se vuelve tensa, la comunicación ambigua, la sexualidad y la afectividad se ven afectadas y se desencadena una reacción en cadena que puede ser, dependiendo del carácter de la persona, de desgaste lento o explosiva.

Por lo general, las personas que han tenido heridas emocionales sufridas en la infancia, son propensas a desarrollar relaciones de pareja conflictivas, muchas veces sufren dependencia emocional, y terminan asfixiando a su pareja, por lo que además de arrastrar heridas de la infancia, también acumulan malas experiencias de pareja.

Para poder tener relaciones de pareja estables y que nos inviten al crecimiento, primero debemos sanar nuestras propias carencias sin pretender que alguien lo haga por nosotros ni ejerza el papel de alguien que nos ha defraudado.

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