El verdadero impacto que tiene la publicidad en nuestros cerebros

Los efectos de la publicidad sobre el cerebro

Los “residuos” de las publicidades que observamos permanecen en nuestro cerebro por hasta tres meses. Esta es la conclusión a la que llegó un grupo de investigadores franceses que estudiaron el impacto de la publicidad online en los usuarios.

El impacto de la publicidad en nuestro cerebro

¿Cuántas horas al día pasamos en Internet? En general, poco menos de tres. ¿Qué información recibe el cerebro mientras miramos la pantalla de una computadora o smartphone? Obviamente, no solo estará ocupado interpretando la información que googleamos, leyendo noticias, viendo lo que comió nuestro amigo u ojeando álbumes de fotos.

Mientras nuestra conciencia está fija en los textos, se imprimen en nuestra retina las imágenes o anuncios animados parpadeantes que se encuentran en la parte de arriba, abajo o a los lados y se transmiten a nuestro cerebro, nos guste o no.

Los cosméticos anunciados, los teléfonos, los regalos, los coches, las flechas que nos indican que hagamos clic al botón gigante y llamativo, todos estos estímulos entran en el cerebro y permanecen allí durante meses.

El cerebro almacena impresiones de cosas que hemos visto de manera inconsciente

Y no nos olvidemos de las ventanas emergentes: pequeñas ventanas con publicidad que se abren automáticamente. Constantemente intentamos ignorarlas o eliminarlas de nuestro campo de visión.

Para medir el impacto de la publicidad en la psique humana, los científicos evaluaron a 400 voluntarios. Se les invitaba a realizar una búsqueda en Internet y de vez en cuando, a intervalos aleatorios, les enviaban banners publicitarios, imitando lo que suele suceder cuando navegamos por Internet.

A continuación, se preguntó a los participantes si habían notado que se les trataba de “vender” determinados productos y, de ser así, cuáles. “No”, respondieron los voluntarios unánimemente (e inocentemente). Ninguno vio nada ni recordó nada.

No nos damos cuenta ni recordamos mucho, pero el cerebro almacena toda la información que recibe. Esto es exactamente lo que se confirmó cuando los científicos decidieron continuar el experimento sobre el efecto de la publicidad en el cerebro.

Almacenamos información sin darnos cuenta

Siete días después, y posteriormente tres meses después de la primera etapa, los voluntarios recibieron los productos anunciados durante el experimento. Los usuarios tenían que identificarlos lo más rápido posible y decirles si querían comprarlos.

No les tomó mucho tiempo pensar. Esto significa que no estaban viendo estos productos por primera vez; su nombre o imagen (o ambos al mismo tiempo) están impresos en su cerebro.

En tres meses, hubo incluso más personas dispuestas a comprar el producto anunciado que una semana después. De esto se deduce que la información obtenida al azar se almacena en el cerebro durante al menos varios meses.

¿Qué podemos hacer respecto a este exceso de estímulos?

Entonces, incluso si pensamos que estamos protegidos de los efectos de la publicidad, el cerebro almacena las impresiones de cosas que hemos visto sin nuestro conocimiento. ¿Cómo podemos lidiar con esto? Trata la situación con el mayor cuidado y respeto.

El flujo de información, los ataques de ruido y color que nos atacan constantemente en un mundo sobresaturado de información, no pasan sin dejar rastro. Sobrecargan el cerebro, «contaminan» la psique y periódicamente regresan a nuestra memoria.

Sin embargo, los investigadores creen que somos capaces de soportar los efectos negativos de la publicidad.

Para ello, en primer lugar, es importante reconocer que la publicidad, bajo la presión de la que sin saberlo nos encontramos en Internet, realmente deja su huella en el cerebro. Por eso, vale la pena asegurarte que tu cerebro mantenga su plasticidad, no permitas que esté inactivo.

Las técnicas orientales son muy útiles en cuanto a esto, especialmente la meditación. Manteniendo el cerebro en funcionamiento y aprendiendo a comprender todo lo que vemos en la Web, pronto podremos evitar manipulaciones no deseadas.

Bibliografía:
  1. Crone, E. A., & Konijn, E. A. (2018). Media use and brain development during adolescence. Nature communications, 9(1), 588. https://doi.org/10.1038/s41467-018-03126-x
  2. Firth, J., Torous, J., Stubbs, B., Firth, J. A., Steiner, G. Z., Smith, L., Alvarez-Jimenez, M., Gleeson, J., Vancampfort, D., Armitage, C. J., & Sarris, J. (2019). The «online brain»: how the Internet may be changing our cognition. World psychiatry : official journal of the World Psychiatric Association (WPA), 18(2), 119–129. https://doi.org/10.1002/wps.20617
  3. Harris, J. M., Ciorciari, J., & Gountas, J. (2019). Consumer Neuroscience and Digital/Social Media Health/Social Cause Advertisement Effectiveness. Behavioral sciences (Basel, Switzerland), 9(4), 42. https://doi.org/10.3390/bs9040042

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