Dejando ir lo que no sirve para sanar heridas del pasado

¿Alguna vez te ha perseguido una sensación que te recuerda todo el tiempo perdido, ese tiempo desperdiciado que nunca podrás recuperar? A partir de momentos como esos, nos damos cuenta de la preciosidad del tiempo. Porque el tiempo es vida, nunca regresa. Con esto en mente ¿Es posible sanar las heridas del pasado?

Es normal recordar nuestro pasado. Sin embargo, no es bueno vivir con heridas emocionales que no han cicatrizado. Estas heridas nos impiden caminar, captar plenamente el presente y disfrutar plenamente de lo que tenemos.

Vértigo emocional

La idea de que el pasado era mejor nos hace sentir dolor un emocional en el presente. Este pensamiento nos hace incapaces de soltarnos, nos sumerge en un abismo de miedo tan profundo e intenso que no podemos ver nada.

Luego viene el vértigo. Pero no es cualquier tipo de vértigo. Se trata del vértigo emocional. De esos que nos impiden concluir algo, recuperarnos de las heridas, que nos dan en nuestro punto más doloroso.

Dejando ir las heridas que no han sanado

Algunas personas creen que pensar en el pasado es una pérdida de tiempo, que no hay necesidad de organizarse psicológicamente y que lo más importante es vivir el presente. Pero si no enfrentamos el pasado, la suciedad de nuestro pasado emocional continuará acumulándose, creando una enorme montaña de dolor.

Desde otra perspectiva, es como una persona alérgica que pone todo el polvo de la casa debajo de la alfombra y piensa que no le afectará.

Debemos soltar las cadenas que nos aquejan y no permitir que profundicen nuestras heridas. En cierto modo, lo que eres y lo que tienes viene del pasado. El lado bueno y el lado malo, ambos.

Recuerda que sin autorreflexión, no puedes huir del pasado, sino que estás permitiendo que las partes negativas de tu pasado emocional dañen tu vida presente. Esto, por supuesto, disminuye los aspectos positivos y es doloroso. Es muy doloroso.

Cómo sanar heridas del pasado que son dolorosas en el presente

Superar el miedo a dejar ir el pasado es la única forma de cerrar la puerta para que el monstruo no pueda volver a entrar en la casa. Vale la pena tratar de sanar las heridas creadas por el pasado, soltar el gran peso de esas heridas y saber qué es lo que nos detiene.

Supongamos que el dolor del pasado es un globo al que estás atado. Desata la cuerda y suéltalo. Míralo hasta que vuele hacia el cielo, y cuando se pierda de vista sonríe y siente la paz interior.

¡Déjalo ir!

Si no trae felicidad a tu vida… Déjalo ir.

Si no te ilumina o te desarrolla… Déjalo ir.

Si se queda pero no crece… Déjalo ir.

Si te impide avanzar por tu cuenta garantizándote seguridad y comodidad… Déjalo ir.

Si no reconoce tu talento… Déjalo ir.

Si no valora tu presencia… Déjalo ir.

Si no apoya tu crecimiento… Déjalo ir.

Si habla, pero no actúa… Déjalo ir.

Si no te aparta un lugar en su vida… Déjalo ir.

Si intenta cambiarte… Déjalo ir.

Si «sus» necesidades pesan más que las tuyas… Déjalo ir.

Si hay más argumentos que acuerdos… Déjalo ir.

Si simplemente no añade nada a tu vida… Déjalo ir.

¡Quítatelo de encima! Caer es mucho menos doloroso que aferrarse a algo que pudo haber sido como solía ser, pero que ya no es nada.