El abandono emocional durante la infancia tiene consecuencias poderosas que pueden durar por toda la vida. Esto sucede cuando los padres no responden lo suficientemente bien a las necesidades emocionales de sus hijos a medida que crecen. El abandono emocional es invisible, una experiencia infantil latente. Sin embargo, sin saberlo, puede adherirse a ti y afectar toda tu vida adulta.
¿Qué hace que el abandono emocional en los niños pase tan desapercibido? Varios factores importantes influyen en esto. Lo primero, y principal, es que puede suceder incluso en familias en las que hay amor, cuidado, y que realmente no les falta nada.
En segundo lugar, la falta de atención por parte de los padres no es algo que te suceda de niño. Más bien, es algo que NO te sucede. Nuestros ojos no pueden percibir cosas que no suceden, por lo que nuestra mente no puede registrarlas.
Pero décadas después, de adulto, tienes la sensación de que algo anda mal, pero sin saber qué es. Puedes regresar a tu infancia en busca de respuestas, pero no puedes comprender aquello que no ha sido registrado, algo que es invisible. Así que empiezas a asumir que algo anda mal contigo, dentro de ti.
Piensas cosas como «lo que está mal dentro de mí es culpa mía» o «soy diferente a otras personas.» “Algo me hace falta y estoy mal». Y sin embargo hay respuestas que pueden demostrar que esto no es por culpa tuya, y que te ayudarán a entender y curarte.
Señales de que sufres abandono emocional
A continuación, enlistamos 7 señales que demuestran que sufriste de abandono emocional infantil, y que te ayudarán a comprender que el problema no eres tú.
1. Constantemente tienes un sentimiento de vacío
La sensación de vacío es diferente de persona a persona. Para algunos, es una sensación de vacío en el abdomen, el pecho o el cuello que va y viene. Para otros, es un entumecimiento.
2. Tienes miedo a depender de los demás
Ser independiente es una cosa, pero sentirse emocionalmente incómodo solo por la idea de que puedes vincularte profundamente con otra persona es otra. Si constantemente tratas de cuidar de ti mismo lo suficiente como para nunca necesitar ayuda, apoyo o cuidado de los demás, es posible que tengas este miedo a depender de los demás.
3. Autoevaluación poco realista
¿Te cuesta mucho reconocer tus capacidades, cuáles son tus puntos fuertes y débiles, lo que te gusta o lo que quieres, o las cosas que te importan? Si te cuesta responder a estas preguntas, es una señal de que no te conoces tan bien como deberías.
4. Eres muy compasivo con los demás, menos contigo mismo
Si sientes que eres más duro contigo mismo que con cualquier persona que conozcas, si escuchas los problemas de los demás pero no compartes los tuyos con la misma facilidad, entonces muestras una falta de compasión por ti mismo.
5. Sientes culpa, vergüenza, ira autodirigida y autoinculpación
Algunas personas tienden a sentirse inmediatamente culpables y avergonzadas cada vez que ocurre un evento negativo en su vida. ¿Te avergüenzas de cosas de las que la mayoría de la gente no se avergüenza? ¿Como cuando tienes necesidades específicas, o cuando cometes errores, o cuando demuestras tus sentimientos?
6. Sientes que algo está mal en ti, o que eres defectuoso
Esta es la emoción más profunda de las que se mencionó anteriormente. Sabes que algo está mal en tu vida, pero no puedes resolverlo. «Soy yo, es mi culpa», te dices a ti mismo, y sientes que es verdad. «No puedo ser amado», «Soy diferente de otras personas», «Algo está mal conmigo».
7. Dificultad para sentir, localizar, gestionar y/o expresar emociones.
¿Solamente te limitas a estar en silencio cuando estás molesto? ¿Tienes un número limitado de palabras cuando se trata de expresarte emocionalmente? ¿A menudo te sientes confundido acerca de por qué las personas (incluido tú mismo) se sienten o actúan de la manera en que lo hacen?
Los padres que no reaccionan, subestiman o ignoran los sentimientos de sus hijos sin darse cuenta transmiten un fuerte mensaje subconsciente al niño: tus sentimientos no importan. Para lidiar con esto de niño, reprimes tus emociones para evitar que se conviertan en un «problema» en tu hogar.
Más tarde, como adulto, vives sin un acceso adecuado a tus emociones: emociones que deben guiar, informar y ayudar a tu enriquecimiento mental. Emociones, que deben dictar quién y qué te importa y por qué.
Siempre estás a tiempo de cambiar
Sin embargo, no es demasiado tarde para ti.
Una vez que comiences a comprender la razón de este «defecto» fatal y cómo surgió, puedes sanar el abandono emocional infantil y evitar que siga afectando tu vida. Puedes crear un nuevo conducto para tus emociones.
Puedes aprender las habilidades para expresarlas y aceptar que tus sentimientos son reales y que importan. Y así, finalmente podrás ver que tienes valor.
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