10 estrategias para lidiar con familiares difíciles

El manejo de relaciones con familiares difíciles es un tema ampliamente discutido y estudiado dentro de la psicología social y la terapia familiar.

En la literatura académica, se han propuesto diversas estrategias para lidiar con las complejidades que surgen en la dinámica familiar. La dificultad en las relaciones familiares puede deberse a una variedad de factores, incluidos, pero no limitados a, diferencias de personalidad, historias de conflictos pasados, problemas de comunicación y problemas de salud mental.

Este análisis explorará diez estrategias basadas en la investigación académica para manejar efectivamente las interacciones con familiares desafiantes.

1. Establecer límites claros

En el contexto de la terapia de sistemas familiares, los límites claros son considerados como una de las herramientas más críticas para la salud de cualquier relación interpersonal. Kerr y Bowen (1988) enfatizan que los límites no sólo sirven para definir dónde termina una persona y comienza otra en términos emocionales y psicológicos, sino que también facilitan un sentido de individualidad y respeto mutuo.

Estos límites pueden incluir limitaciones en tiempo, espacio, energía y recursos emocionales. Por ejemplo, decidir no discutir ciertos temas sensibles durante las reuniones familiares, o limitar la frecuencia de las visitas, puede ser necesario para proteger la integridad emocional de los individuos.

Establecer límites también incluye decir no de manera firme pero respetuosa cuando sea necesario, y comunicar de manera clara las consecuencias de transgredir esos límites.

2. Practicar la comunicación asertiva

La comunicación asertiva es una habilidad vital para la interacción eficaz entre los miembros de la familia. Markham (2013) destaca que ser asertivo no se trata de ser agresivo ni pasivo, sino más bien de expresar abiertamente y de manera honesta los propios deseos y necesidades, mientras se respeta el derecho de los demás a hacer lo mismo.

La asertividad requiere la capacidad de expresar tanto pensamientos positivos como negativos de una manera socialmente aceptable y sin violar los derechos de otros. Por ejemplo, en lugar de acusar o culpar, se utiliza el lenguaje de «yo siento» para expresar cómo ciertos comportamientos afectan el estado emocional de uno.

La asertividad también implica la capacidad de escuchar activamente y validar las perspectivas de los demás, lo que puede facilitar la resolución de conflictos y reducir la tensión en las relaciones familiares.

3. Mantener expectativas realistas

El ajuste de las expectativas es fundamental para evitar desilusiones y fricciones innecesarias. Segrin y Flora (2005) discuten que las expectativas poco realistas a menudo conducen a decepciones y resentimientos. Al reconocer y aceptar las limitaciones y capacidades de cada miembro de la familia, se puede cultivar una relación más armónica.

Esto puede significar aceptar que algunos familiares simplemente no pueden brindar el nivel de apoyo emocional o práctico que se desea y buscar alternativas para satisfacer esas necesidades.

Mantener expectativas realistas también se relaciona con el entendimiento de que las personas tienen diferentes puntos de vista y valores, y que la diversidad de pensamientos y comportamientos es natural dentro de cualquier grupo familiar.

4. Elegir batallas sabiamente

Heitler (1990) sugiere que no todos los conflictos merecen ser abordados. En muchas ocasiones, es preferible dejar pasar comentarios o acciones menores para preservar la paz familiar.

Elegir batallas sabiamente implica realizar una evaluación consciente de la situación y determinar si el asunto en cuestión es de suficiente importancia para justificar una confrontación. Esto no significa evitar todos los conflictos, sino más bien saber cuándo un conflicto tiene el potencial de ser productivo y conducir a una mejora en la relación.

La clave está en buscar el equilibrio entre la defensa de las propias necesidades y la preservación de una relación positiva a largo plazo.

5. Aumentar la empatía

La empatía es un ingrediente esencial para las relaciones interpersonales saludables, actuando como un puente para la comprensión y la conexión entre individuos. Decety y Jackson (2004) ilustran cómo la empatía no solo nos permite percibir y entender las emociones de los demás, sino que también puede motivarnos a responder de manera compasiva y adecuada.

Este entendimiento emocional profundiza las relaciones y fomenta un ambiente de apoyo mutuo. Al intentar ver las situaciones desde la perspectiva del otro, se facilita la comprensión de sus motivaciones y comportamientos, lo que puede ser particularmente útil en el contexto de dinámicas familiares complejas.

Practicar la empatía puede incluir escuchar activamente sin juzgar, validar los sentimientos de los demás incluso si no se comparten, y mostrar comprensión antes de intentar solucionar problemas.

6. Buscar apoyo externo

Gottlieb (1997) subraya la importancia del apoyo social en la gestión de las relaciones familiares desafiantes. Obtener una perspectiva externa puede ser revelador y terapéutico. Los amigos, consejeros profesionales o grupos de apoyo pueden ofrecer una visión objetiva y estrategias para abordar conflictos o situaciones difíciles.

Además, pueden proporcionar un espacio seguro para ventilar frustraciones y recibir aliento. Este apoyo externo también puede ofrecer técnicas para mejorar la comunicación y estrategias para el manejo de las emociones, lo que es crucial cuando se enfrentan dinámicas familiares estresantes.

La búsqueda de asesoramiento profesional, en particular, puede ayudar a las personas a comprender los patrones de interacción familiar y a desarrollar planes de acción para cambiar dinámicas negativas.

7. Desarrollar habilidades de resolución de conflictos

Fisher y Ury (2011) en su obra clásica sobre negociación, «Getting to Yes», proporcionan una estructura valiosa para la resolución de conflictos que puede ser aplicada a las relaciones familiares. Estas habilidades incluyen separar las personas del problema, enfocarse en intereses en lugar de posiciones, generar opciones de beneficio mutuo y usar criterios objetivos para la toma de decisiones.

Estas técnicas pueden ser especialmente efectivas en el entorno familiar donde las emociones suelen estar muy presentes y los conflictos pueden escalar rápidamente. La capacitación en resolución de conflictos puede incluir aprender a manejar las propias emociones, entender el punto de vista del otro, y negociar soluciones que sean aceptables para todas las partes.

El desarrollo de estas habilidades es un proceso continuo y requiere práctica y paciencia, pero los beneficios a largo plazo para las relaciones familiares pueden ser significativos.

8. Practicar el autocuidado

El autocuidado es vital para mantener un equilibrio emocional y mental, especialmente cuando se lida con relaciones familiares tensas. Neff (2003) argumenta que el autocuidado no es un acto de indulgencia, sino una parte crucial del mantenimiento de la salud mental y física.

Esto puede incluir actividades que nutran el cuerpo, la mente y el espíritu, como la meditación, el ejercicio regular, una nutrición adecuada y el tiempo para hobbies y descanso.

Un régimen de autocuidado sólido refuerza la capacidad de una persona para manejar el estrés y mantener una perspectiva positiva, incluso en tiempos de conflictos familiares. Además, el autocuidado modela comportamientos saludables para otros miembros de la familia y puede mejorar la dinámica familiar al reducir la probabilidad de que las tensiones escalen.

9. Aceptar lo que no se puede cambiar

La teoría de la aceptación y compromiso, formulada por Linehan (1993), sugiere que aceptar aquello que no se puede cambiar es crucial para mantener la paz mental y reducir la angustia emocional. Esta práctica implica reconocer y aceptar las características de los familiares que son inmutables, lo que puede ser liberador y reducir los niveles de frustración.

La aceptación no significa resignación pasiva, sino más bien una comprensión de que ciertos aspectos de las relaciones familiares están fuera del control individual.

Esta perspectiva puede llevar a una disminución del conflicto al evitar la lucha contra realidades inamovibles y, en su lugar, enfocarse en cómo se puede responder de manera constructiva a estas situaciones.

10. Considerar la terapia familiar

La terapia familiar sistémica, originada por figuras como Minuchin (1974), puede ser extremadamente valiosa para abordar y resolver problemas complejos dentro del sistema familiar.

Esta forma de terapia ayuda a los miembros de la familia a entender y mejorar las interacciones entre ellos, y a identificar y cambiar patrones de comportamiento disfuncionales. Los estudios han demostrado que la terapia familiar puede mejorar significativamente la comunicación, la comprensión mutua y la resolución de conflictos en el seno familiar.

Es un espacio seguro donde todos los miembros pueden expresar sus pensamientos y sentimientos, y trabajar juntos hacia soluciones y entendimientos comunes, lo cual puede ser difícil de alcanzar en el hogar sin una guía profesional.

Conclusiones

Estas estrategias pueden ser herramientas valiosas para individuos que buscan mejorar sus interacciones con familiares difíciles. No obstante, es importante reconocer que cada situación es única y puede requerir un enfoque personalizado. La ayuda profesional puede ser necesaria en casos de conflictos graves o persistentes.

 

  1. Kerr, M. E., & Bowen, M. (1988). Family Evaluation. W. W. Norton & Company.
  2. Markham, R. (2013). The Assertiveness Workbook: How to Express Your Ideas and Stand Up for Yourself at Work and in Relationships. New Harbinger Publications.
  3. Segrin, C., & Flora, J. (2005). Family Communication. Lawrence Erlbaum Associates.
  4. Heitler, S. (1990). From Conflict to Resolution. W. W. Norton & Company.
  5. Decety, J., & Jackson, P. L. (2004). The functional architecture of human empathy. Psychological Science, 15(6), 1-8.
  6. Gottlieb, B. H. (1997). The Development and Application of a Classification Scheme of Informal Helping Behaviors. Canadian Journal of Behavioural Science, 29(1), 1-13.
  7. Fisher, R., & Ury, W. (2011). Getting to Yes: Negotiating Agreement Without Giving In. Penguin Books.
  8. Neff, K. (2003). The Development and Validation of a Scale to Measure Self-Compassion. Self and Identity, 2(3), 223-250.
  9. Linehan, M. M. (1993). Cognitive-Behavioral Treatment of Borderline Personality Disorder. The Guilford Press.
  10. Minuchin, S. (1974). Families and Family Therapy. Harvard University Press.

[/mks_toggle]