Un viernes de locura es un divertido film juvenil americano de Walt Disney Pictures, del año 2003. El nombre original es Freaky Friday y se trata de un gran éxito taquillero con una crítica muy favorable. La actriz Jamie Lee Curtis fue nominada al premio de mejor actriz principal de los Globo de Oro, Saturn y Satellite Award. Lindsay Lohan, por su parte, recibió múltiples nominaciones, ganando el MTV Movie Award y otros, por ser la mejor actriz revelación del momento. Y la película, como tal también optó por distintos reconocimientos, obteniendo varios de ellos.
La entretenida obra narra la historia de una madre viuda, próxima a casarse de nuevo y su hija adolescente y rebelde, desde la muerte de su padre. Ninguna comprende a la otra hasta que un misterioso hechizo, realizado a través de una galleta de la fortuna, inicia un cambio de locura que ayudará para bien. El caso es que ambas mujeres intercambian cuerpos y les toca pasar una temporada con su personalidad intacta, pero sin su aspecto natural. Hasta que después de aprender la lección encuentran la manera de volver a su condición original.
El reparto de «Un viernes de locura» es estelarizado por la Dra. Tess Coleman (Jamie Lee Curtis), una psicoterapeuta reconocida de unos 50 años. Y su joven hija Anna Coleman (Lindsay Lohan), estudiante de la escuela secundaria y guitarrista en una banda de rock. Anna tiene un hermano menor, Harry Coleman (Ryan Malgarini), que le causa muchos disgustos. El rechazado novio y futuro esposo de la Dra. Coleman es Ryan (Mark Harmon). Jake (Chad Michael Murray) es el muchacho por quien Anna suspira.
Breve resumen de Un viernes de locura
Anna, quien solo quiere tocar la guitarra y su madre, que está en concentrada en los planes de la boda tienen una agria discusión en un restaurante chino. Entonces la madre de la dueña les entrega una hechizada galleta de la fortuna a cada una, diciéndoles que esa es la solución del problema. Al día siguiente ambas descubren con profundo estupor que ahora se han convertido en aquella que rechazan. Y a pesar de sentirse incómodas deben continuar adelante y hacer lo que la otra tenía pendiente para esa jornada.
Así, necesitan pensar de manera alternativa y entender que en realidad es más lo que las une que lo que las diferencia. En consecuencia, comienza una nueva amistad entre ellas. Tess va a la escuela y se ve obligada a audicionar con la banda de Anna en un club. Mientras que esta tiene que ir al odontólogo y atender a un paciente. Ahora Tess entiende la razón de la antipatía de su hija hacia la que fuera su mejor amiga. Y Anna empieza a captar que su madre tiene que ocuparse de muchas cosas.
Asimismo, Tess presenta un examen por Anna y todos sus conocimientos y experiencia le permiten salir muy bien. Y Anna va a una entrevista en la televisión y muestra una visión totalmente revolucionaria de la psicoterapia, causando sensación. Durante la cena de ensayo de la boda, en otro lugar, Tess tiene que fingir que toca la guitarra ante un público entusiasmado. Pero, en realidad lo hace Anna tras bastidores y salva la situación. Cuando Anna acepta a Ryan las cosas comienzan a normalizarse.
El mensaje de esta película incluye tolerancia y empatía
La relación madre-hija se ha hecho muy tirante desde que el esposo y padre falleció. Ninguna se pone en los zapatos ajenos hasta que literalmente se ven forzadas a hacerlo. Es entonces, que sintiendo en su propia piel lo que padece la otra, comienza a nacer entre ellas la empatía. Esta es la esencial habilidad de entender las necesidades o sentimientos de los demás. Una cualidad que, por desgracia, se ve poco hoy en día.
La tolerancia es la base de las relaciones interpersonales. Si carecemos de ella somos incapaces de crear amistades duraderas, pasamos por egoístas e insensibles, y nadie nos quiere. Y resulta que para crear empatía solo hay que sonreír siempre, creando una atmósfera cordial.
Pensar en los problemas de los demás antes que en los propios y no mostrar prisa, fastidio o cansancio cuando se nos acerca alguien que desea hablarnos. Lo correcto es escuchar con atención y ser amables.
Un viernes de locura nos atrae porque muestra el caos habitual que puede haber en una familia normal. Los hermanos pelean entre sí, los hijos piensan que los padres son intolerantes y estos que sus muchachos no entienden sus problemas y necesidades.
Sin embargo, la solución es tan sencilla como crear empatía. Cuando cada miembro sea capaz de entender lo que vive el otro, podrá ser comprensivo y aportar soluciones para una mayor armonía. Así, se logrará alcanzar el bienestar de todos.
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