No tienes que ser una madre perfecta para ser una buena madre

La madre perfecta

No existe una definición para describir completamente algo tan único y maravilloso como la maternidad. No hay sentimiento más fuerte que el que siente la madre desde el momento en que inicia el camino de la maternidad a través del embarazo.

El estilo de vida moderno, las exigencias constantes de la vida cotidiana y los múltiples roles de una mujer a veces la llevan al endeudamiento. La mayoría de las madres se preguntan: «¿Cómo puedo ser la madre perfecta?» La respuesta es simple: una madre perfecta, es la que es ella misma y trata cada día de mejorar.

No hay madre perfecta, pero puedes mejorar cada día

Por definición, perfecto indica que no hay espacio para más mejoras. Además, un padre o madre perfectos espera que sus hijos sean perfectos y esto puede generar conflicto y frustración en ambos lados.

La madre perfecta no considera el fracaso como parte del aprendizaje, por lo que promoverá esto a sus hijos, “saboteando” así su autoestima. Una madre que trata de mejorar a través de sus errores, da el ejemplo correcto como modelo a seguir para sus hijos.

Ámate a ti misma

Tus hijos son felices cuando te amas y te cuidas, por ejemplo, cuando cuidas tu cuerpo, tu espíritu, inviertes en tu bienestar emocional, haciendo algo que te agrada. Al amarte a ti misma, estableces un ejemplo saludable; por el contrario, el descuido crea una inversión de roles, crea ansiedad en los niños y, a veces, conduce al síndrome de la hiperresponsabilidad de los hijos.

Cuidándote, verás que el tiempo que pasarás con tus hijos será más agradable, porque habrás «cargado las pilas», por lo que no les trasladarás la intensidad del día a día.

Expresa tu amor incondicional a tu hijo

Acéptate para volver a aceptar a tus hijos incondicionalmente. Las críticas constantes crean inseguridades en el niño y “minan” la imagen que tienen de sí mismos.

No vivas a través de tu hijo

El amor excesivo y el sacrificio propio de la madre a veces pueden llevar a la sobreprotección. Separa tus propias necesidades de las del niño.

La sobreprotección lleva a los niños a una relación de dependencia, ya sea con sus padres o con su pareja en el futuro y no beneficia la parte de autonomía. Recuerda que la relación madre-hijo moldea e influye en la relación niño-adulto.

Tu hijo quiere verte feliz no perfecta

La felicidad de los padres se proyecta en los hijos. Un padre en duelo permanente cultivará un sentimiento de culpa en su hijo.

Desde bebés, los niños a través de los brazos de su madre adquieren un sentido de existencia y desarrollan un tipo de apego seguro o inseguro.

La ansiedad de la madre por poder satisfacer siempre todas las necesidades que tiene su hijo y su miedo de poder prevenir cualquier cosa que pueda dañarla, crea expectativas poco realistas de sí misma.

Una mamá que trata de mejorar comete errores, no es perfecta. No seas estricta contigo misma. No es la perfección en los detalles lo que te hace maravillosa, sino la perfección en el corazón de la madre que ama incondicionalmente a su hijo, le brinda su atención, su cariño, y que procura dejar en su hijo lo mejor de ella.

Tu hijo no espera que seas perfecta. Solo sé tú misma y bríndate a ti lo mismo que quieres darle a tus hijos, en cantidad, calidad y tiempo, en el equilibrio está el bienestar.