8 comportamientos tóxicos en las relaciones madre-hija

Madre tóxica conflicto en la relación con su hija

Es cierto que las hijas que han recibido el desprecio y el desamor de madres tóxicas, tienen experiencias comunes. La falta de calidez materna distorsiona el sentido de uno mismo. Crea problemas de autoconfianza y confianza en los demás. Y ocurre de maneras que a veces son visibles y otras no.

A pesar de las similitudes toscas de esta experiencia común y dolorosa, el patrón de conexión (cómo la madre interactúa con la hija) difiere significativamente de un caso a otro. Estos comportamientos afectan a las hijas de diferentes maneras.

1. Rechazo constante

Las hijas que crecieron con una madre despectiva cuestionan la validez de sus propias necesidades emocionales. Sienten que no merecen atención, se cuestionan a sí mismas y todo el tiempo sienten un fuerte anhelo de amor y confirmación.

El ser humano necesita y busca el amor de la madre y aquí radica el problema: las necesidades de atención y amor de la hija no se ven disminuidas por el rechazo de la madre. Todo esto refuerza la necesidad de la hija de una forma activa de su búsqueda.

2. Control excesivo de la hija

En muchos sentidos, esta es otra forma de comportamiento despectivo. Aunque se presenta de manera muy diferente: el aspecto clave es que la madre controladora no reconoce a la hija más que de forma despectiva.

Este tipo de madres tóxicas controlan a sus hijas, se niegan categóricamente a reconocer sus elecciones e inculcan en ellas una sensación de inseguridad y debilidad. La mayor parte de este comportamiento se realiza con el pretexto de «es por el bien de mi hija». El mensaje es esencialmente que la hija es inadecuada, poco confiable para tomar decisiones correctas y simplemente fallará sin la guía de la madre.

3. Madres tóxicas: falta de disponibilidad emocional

Las madres emocionalmente inaccesibles, aquellas que se apartan activamente de su hija o aquellas que ocultan su amor a un hijo mientras se lo dan a otro, causan un tipo de daño diferente.

Estos comportamientos pueden incluir falta de contacto físico (falta de abrazos, consuelo, caricias), apatía por el llanto o por los sentimientos y necesidades de la hija a medida que crece. Y por supuesto abandono.

El abandono deja su huella, especialmente en una cultura que cree en el amor maternal y el comportamiento instintivo. Además de ser tremendamente doloroso, es traumático. Todos estos comportamientos dejan a las hijas emocionalmente hambrientas y, a veces, completamente indefensas.

4. Mamá excesivamente involucrada

Si bien dos de los primeros tipos de comportamientos describen a las madres que se distancian de sus hijas, esta se trata la versión opuesta: estas madres no reconocen ningún límite, no hay diferencia entre la definición de sí mismas y de sus hijos. 

En este caso, la necesidad de amor y atención de la hija facilita la participación de la madre para satisfacer sus propias necesidades. Estas son las clásicas madres que se alimentan de los logros de sus hijos, que al mismo tiempo los animan y exigen en exceso. 

5. Madres tóxicas: competitividad con la hija

Este tipo de comportamiento se caracteriza por la «guerra abierta», aunque «abierta» se citó entre comillas por una razón. Estas madres no reconocen su comportamiento y suelen ser muy cuidadosas cuando están con otras personas. 

A esta categoría pertenecen las madres que culpan a sus hijas por todo, son demasiado estrictas, competitivas, y con intensos celos por ellas. La madre explota el juego del poder. La «culpa» y la vergüenza suelen ser las armas elegidas por esta madre.

La madre competitiva usa tanto la violencia verbal como la emocional para «ganar», pero a menudo también puede usar la violencia física. Considera que su comportamiento es necesario debido a defectos en el comportamiento y el carácter de su hija.

6. Madre no confiable

Este es, en muchos sentidos, el comportamiento más difícil de manejar para una hija, porque no sabe cuándo aparecerá la mamá «buena» o la mamá «mala». Todos los niños forman imágenes mentales de cómo son las relaciones en el mundo real, basándose en la conexión que tienen con su madre.

Estas hijas perciben que la conexión emocional es incierta, incluso peligrosa.

7. Las madres tóxicas son egoístas

Podemos, si queremos, llamarlo narcisismo. Esta madre ve a su hija como una extensión de sí misma y nada más. A diferencia de la madre involucrada que está enfocada solamente en su hija, esta madre controla cuidadosamente su participación, basada en lo que se adapta a su propia conveniencia.

Es incapaz de sentir empatía. Por el contrario, está más preocupada por su apariencia y las opiniones de los demás. La conexión emocional con su hija es superficial, aunque podría negarlo si le preguntaras, porque su atención está en ella misma. Las tácticas que utiliza para manipular y controlar a su hija le permiten sentirse autoafirmada y sentirse bien consigo misma.

8. Funciones inversas

Este es el escenario que aparece con menos frecuencia, en el que la hija, incluso a una edad temprana, se convierte en la ayudante, la cuidadora o incluso la «madre» de su propia madre. A veces, este patrón ocurre cuando la madre tiene hijos desde una edad temprana y, a veces, más de los que podría criar. 

Las hijas de madres alcohólicas o que sufren de depresión incurable también se pueden encontrar en el papel de cuidadoras, independientemente de su edad.