Mark Twain (1835-1910), fue una de las figuras icónicas de la literatura estadounidense. Antes de convertirse en escritor, fue capitán de un barco fluvial en el Mississippi. Intentó de vez en cuando dedicarse al negocio de la imprenta, lo que lo llevó a la ruina financiera.
Sus obras más conocidas son «Las aventuras de Tom Sawyer», «El príncipe y el mendigo», «Un yanqui en la corte del rey Arturo» y su obra maestra «Holkbury Finn».
Conoce las reflexiones y mejores frases de Mark Twain
Mark Twain supo integrar, en justa medida, sabiduría y humor dentro de cada una de sus ingeniosas reflexiones, que en síntesis resumen la genialidad con la que era capaz de observar la realidad de su tiempo, que poco o nada se diferencia de la nuestra.
El hombre es el único animal que se sonroja o, en determinadas circunstancias, debería sonrojarse.
El verano es la época del año en la que hace mucho calor para hacer cosas que eran muy frías para hacer en invierno.
La buena educación es la capacidad de ocultar lo mucho que pensamos en nosotros mismos y lo poco que pensamos en los demás.
Nunca dejes para mañana lo que puedas hacer pasado mañana.
La ironía de Mark Twain al ver situaciones comunes, nos ayuda a comprender que podemos ver la realidad de múltiples formas, no necesariamente como la han planteado los refranes populares.
Hay muy buenas protecciones contra la tentación, pero la más segura es la cobardía.
Cuando te encuentres en el lado de la mayoría, es momento para parar y reflexionar.
Cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no.
Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada.
Una verdad a medias es la más cobarde de las mentiras.
He descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él.
Ningún hombre puede sentirse cómodo sin tener su propia aprobación.
No vayas por ahí diciendo que el mundo te debe la vida. El mundo no te debe nada, estaba aquí antes que tú.
Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente.
No temo a la muerte. Había estado muerto durante miles de millones de años antes de que naciera, y no había sufrido el menor inconveniente.
Esta forma de pensar la muerte, muy propia de la filosofía con la que Twain observaba la vida, nos invita a comprender el insignificante tamaño que puede tener la vida de un hombre en el asombroso Universo que le rodea.
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