La dinámica de poder en las relaciones interpersonales ha sido objeto de estudio en la psicología durante décadas.
Uno de los patrones observados en ciertas relaciones es cómo una pareja puede ejercer un control desmedido sobre la otra, particularmente en la conversación.
Esta forma de control se manifiesta a menudo en relaciones en las que uno de los integrantes tiene un comportamiento hostigador hacia el otro.
Desde una perspectiva psicológica, controlar la conversación es una forma de ejercer poder y dominio. Cuando un individuo domina la conversación, decide qué temas se abordan, cómo se discuten y cuándo concluyen.
Esta dinámica permite a la pareja hostigadora mantener a la otra persona en un estado de reactividad, respondiendo constantemente a las demandas o acusaciones del controlador.
Por esta razón, la persona hostigadora domina en una conversación
Existen varias razones por las que una persona puede buscar controlar las conversaciones en una relación:
1. Inseguridad y baja autoestima
La inseguridad y la baja autoestima son condiciones interrelacionadas que pueden influir profundamente en el comportamiento interpersonal. Aquellos que luchan con estas emociones tienden a percibir el mundo y sus interacciones a través de un lente distorsionado, donde cada situación es una posible amenaza a su autoimagen.
Cuando alguien con baja autoestima se siente inseguro acerca de su valor en una relación o en un grupo, puede intentar compensar esos sentimientos buscando formas de afirmarse a sí mismos. Controlar las conversaciones es una de esas tácticas.
Al hacerlo, pueden sentir que están en una posición de poder, incluso si es efímera. Esta necesidad de controlar surge de un deseo de protegerse de más daño o invalidación.
En esencia, al dominar una conversación, pueden evadir juicios o críticas, reafirmando su posición y valor, al menos temporalmente.
2. Necesidad de control
El deseo humano de tener control sobre el entorno es una respuesta evolutiva diseñada para garantizar la supervivencia. Sin embargo, en el contexto moderno, este impulso puede manifestarse de maneras menos saludables, especialmente en las relaciones interpersonales.
Algunas personas desarrollan una necesidad exacerbada de control debido a experiencias pasadas, particularmente aquellas que les hicieron sentir impotentes o desprotegidos.
Traumas, abusos o situaciones donde la persona sintió que su autonomía fue arrebatada pueden llevar a este comportamiento.
En conversaciones, estas personas buscan establecer un dominio, no porque quieran perjudicar a la otra parte, sino porque sienten que es la única forma de asegurarse de que no serán heridos o traicionados nuevamente.
3. Evitar vulnerabilidad
La vulnerabilidad es una emoción que muchos encuentran difícil de manejar. Exponerse a sí mismo, mostrar autenticidad y abrirse a la posibilidad de ser herido es un acto valiente, pero también puede ser aterrador.
Las personas que han sido heridas en el pasado, ya sea por traumas, rechazos o traiciones, pueden desarrollar mecanismos de defensa para evitar sentirse vulnerables nuevamente. Uno de estos mecanismos es controlar las conversaciones.
Al hacerlo, pueden dirigir la atención lejos de sus inseguridades, miedos y cicatrices emocionales. Si sienten que una conversación se está acercando a un territorio que los expone, rápidamente cambiarán de tema o dominarán el diálogo para protegerse. Este comportamiento no es un reflejo de desdén hacia la otra parte, sino más bien una estrategia de autoprotección.
4. Temor a la intimidad
La intimidad emocional requiere abrirse, ser vulnerable y compartir las partes más profundas y auténticas de uno mismo con otra persona. Sin embargo, para aquellos que han experimentado traumas o desengaños en el pasado, el simple acto de acercarse puede ser una fuente de ansiedad.
Las experiencias anteriores, como el abuso, la traición o el abandono, pueden generar barreras emocionales que las personas establecen para protegerse del dolor futuro. Controlar una conversación se convierte en una forma de mantener a la otra persona a una distancia segura, donde el riesgo de herida es mínimo.
Al dominar el diálogo, evitan temas que podrían llevar a la exposición de sus cicatrices emocionales, manteniendo la relación en un nivel superficial, donde se sienten seguros.
5. Deseo de validación externa
Para algunas personas, la autoimagen y el autovalor dependen en gran medida de cómo las perciben los demás. Estas personas buscan activamente validación y reconocimiento, ya que actúan como un bálsamo temporal para sus inseguridades internas.
Al controlar una conversación, pueden dirigir la discusión hacia temas o logros que sienten que les brindarán el reconocimiento que anhelan.
Esta necesidad de validación externa puede originarse en una infancia donde la aprobación era esquiva o condicional, o en experiencias pasadas donde se sintieron menospreciados o invalidados.
6. Evitación de responsabilidad
La responsabilidad puede ser una carga pesada, especialmente cuando está asociada con la culpa o el remordimiento. Las personas que han cometido errores o acciones de las que no están orgullosas pueden buscar formas de evadir la confrontación o el juicio.
Controlar las conversaciones es una estrategia que les permite desviar o evitar completamente temas donde su responsabilidad pueda ser cuestionada. En lugar de enfrentar y asumir sus acciones, redirigen el diálogo para proteger su autoimagen y evitar la disonancia cognitiva.
7. Miedo al rechazo
El miedo al rechazo es una emoción profundamente arraigada que se origina en nuestra necesidad evolutiva de pertenecer a un grupo. Ser rechazado o excluido tenía consecuencias graves en términos de supervivencia en épocas ancestrales.
En el contexto moderno de las relaciones, este temor se manifiesta en la ansiedad de no ser aceptado o amado por quien uno es.
Las personas que temen al rechazo pueden intentar controlar las conversaciones para proyectar una imagen idealizada de sí mismas, o para evitar temas que creen que podrían llevar a conflictos o desacuerdos con su pareja. Es una forma de autoprotección, una táctica para minimizar el riesgo de ser herido o abandonado.
Conclusión
La comunicación es una herramienta esencial en cualquier relación. Cuando esta herramienta se utiliza de manera manipuladora, puede generar daño y resentimiento.
Es esencial para aquellos que se encuentran en relaciones donde sienten que están siendo constantemente dominados en las conversaciones, buscar apoyo y recursos para entender y, si es necesario, cambiar o abandonar la relación.
La intervención de un profesional, como un terapeuta o consejero, puede ser beneficiosa en estos casos, proporcionando las herramientas y la perspectiva necesarias para abordar el problema de manera efectiva.
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