La neurobiología de la decepción muestra una vez más que hay aspectos de la vida que el cerebro experimenta de forma especialmente dolorosa. Las decepciones pueden tener un efecto doloroso en tu cerebro. Esto puede explicarse por la actividad de algunos de los neurotransmisores, como el GABA, que cambia significativamente cuando experimentas esta sensación.
Por lo tanto, por razones desconocidas, una persona puede sufrir durante mucho tiempo si pierde una oportunidad o si pierde la confianza en otra. La ciencia explica cómo pueden ocurrir estos cambios en el estado de ánimo.
Shakespeare solía decir que las expectativas son la raíz de todos los dolores de cabeza, y tal vez tenga razón. Pero también es cierto que hay que aferrarse a ciertas cosas para encontrar la estabilidad y no derrumbarse por completo cuando la vida es incierta. Por lo tanto, es muy común creer que un ser querido no te traicionará de ninguna manera.
También puedes tener algunas expectativas de ti mismo; puedes creer que no fallarás en las cosas que normalmente haces bien, y creer que lo que tienes hoy, lo tendrás mañana.
Pero a veces las cosas pueden tomar un giro inesperado. Es entonces cuando la burbuja estalla. Si eso sucede, pierdes algo de esa confianza en ti mismo y tu cerebro lo interpreta como una señal de advertencia para sobrevivir.
Si pierdes una oportunidad que tanto deseabas y tu jefe te despide al día siguiente o tu ser querido lo engaña, definitivamente lo experimentarás como una situación muy dolorosa. Pero, ¿qué ocurre en tu cerebro cuando esto sucede?
La decepción explicada por la neurobiología
La neurobiología de la decepción está surgiendo gracias al reciente interés de los neurocientíficos en el área. Durante muchos años, psicólogos, psiquiatras y neurólogos se han preguntado por qué las decepciones son tan dolorosas. Por supuesto, está claro que las decepciones también forman parte de la experiencia humana.
Los que esconden el sentimiento varias veces se vuelven personas desconfiadas. Las decepciones pueden destruir las esperanzas de alguien, y hace que la persona sea más cuidadosa y cautelosa con lo que espera de los demás.
De alguna manera, algo debe haber sucedido para que nuestro cerebro reaccione de esta manera. Echemos un vistazo más de cerca a lo que la ciencia tiene que decir al respecto.
Neurotransmisores de la decepción
Los neurotransmisores son pequeñas sustancias químicas que transmiten señales a los nervios. Gracias a la neuroquímica, eres capaz de sentir, pensar y comportarte de ciertas maneras. También vale la pena señalar que ciertos neurotransmisores específicos controlan completamente tu estado de ánimo, como la dopamina y la serotonina.
Un interesante estudio que el Dr. Roberto Malinowski realizó en el Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de UC San Diego, demostró que dos neurotransmisores específicos controlan por completo la decepción. Estos son el glutamato y el GABA, que actúan en la zona del cerebro denominada habénula.
La habénula lateral y la liberación de glutamato y GABA
La habénula lateral es una de las áreas más antiguas del cerebro. Así es como sabemos, por ejemplo, que forma parte de los procesos emocionales que favorecen la toma de decisiones. Pero a pesar de que se utiliza principalmente para impulsar una motivación positiva, también tiene un lado más oscuro.
Para que funcione correctamente, debe haber un equilibrio y una liberación adecuada de glutamato y GABA. Cuanto mayor es la contribución de la habénula a través de los neurotransmisores, más fuerte es el sentimiento de decepción. Y por el contrario, cuanto menor sea la liberación de GABA y glutamato, menor será el impacto de esta sensación en el cerebro.
La conexión neurobiológica entre la depresión y las decepciones
Existe evidencia de que el impacto de la decepción prolongada conduce a la depresión en muchos casos. Esto significa que si el cerebro libera grandes cantidades de GABA y glutamato, existe un mayor riesgo de desarrollar un trastorno mental.
Y la euforia en la habénula, que se produce por una liberación excesiva de los neurotransmisores mencionados anteriormente, hace que el paciente se preocupe por determinadas ideas, recuerdos o experiencias dolorosas anteriores. Es más difícil avanzar, y ahí es donde sucede el estancamiento y el sufrimiento.
Pero el descubrimiento de la conexión entre el glutamato y el GABA con las decepciones y la depresión también abre la puerta a nuevos tratamientos.
No hace mucho tiempo, se creía que los antidepresivos y la serotonina ayudaban a equilibrar la proporción de GABA a glutamato. Pero ahora está claro que incluso si hay una mejora, todavía es posible tener ciertos efectos secundarios.
Por tanto, el reto actual es desarrollar un tratamiento que actúe específicamente sobre algunos de los neurotransmisores y no sobre otros. De esta forma, los médicos podrán dar respuestas adecuadas a los pacientes que, gracias a diversos cambios a nivel neuroquímico, viven algunas situaciones con mayor intensidad.
Deja un comentario