La violencia de pareja es un problema grave que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se trata de un patrón de comportamiento abusivo que busca controlar, dominar o dañar a la otra persona, ya sea física, psicológica, sexual o económicamente.
La violencia de pareja puede tener consecuencias devastadoras para la salud, el bienestar y la dignidad de las víctimas, así como para sus hijos e hijas, si los hay.
¿Cómo se puede prevenir o detectar la violencia de pareja? Una forma es conocer los rasgos de personalidad o las señales de alerta que pueden indicar que una persona es potencialmente violenta en una relación.
Estos rasgos no son exclusivos ni determinantes, pero pueden ayudar a identificar situaciones de riesgo y a buscar ayuda profesional si es necesario.
Celos excesivos e infundados
Los celos son una emoción normal que surge cuando se siente amenazada la seguridad o la exclusividad de una relación afectiva. Sin embargo, cuando los celos son excesivos, irracionales e infundados, pueden convertirse en un factor de violencia.
Una persona celosa puede acusar sin motivo a su pareja de serle infiel, controlar sus llamadas, mensajes o redes sociales, prohibirle salir con sus amigos o familiares, o exigirle que le rinda cuentas de todo lo que hace. Estos comportamientos revelan una falta de confianza y de respeto hacia la pareja, así como una baja autoestima y una gran inseguridad.
Agresividad verbal y física
La agresividad es otra característica que puede anticipar la violencia de pareja. Una persona agresiva suele expresarse con insultos, amenazas, gritos o sarcasmos hacia su pareja, buscando humillarla, intimidarla o hacerla sentir culpable.
También puede recurrir a la violencia física, como empujar, golpear, pellizcar o arañar, para imponer su voluntad o castigar a su pareja por algo que no le gusta. Estos actos de agresión pueden ser esporádicos o frecuentes, pero siempre son inaceptables y deben ser denunciados.
Manipulación emocional
La manipulación emocional es otra forma de violencia psicológica que consiste en influir en los sentimientos o las decisiones de la pareja mediante engaños, chantajes, mentiras o falsas promesas.
Una persona manipuladora puede hacer creer a su pareja que la ama mucho y que nadie más la va a querer como ella, que tiene problemas personales o familiares y que necesita su apoyo incondicional, o que si no hace lo que ella quiere va a perderla o a hacerla sufrir. De esta manera, busca generar dependencia emocional y aislar a su pareja de su entorno social.
Falta de empatía y respeto
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus sentimientos y necesidades. El respeto es la actitud de valorar y aceptar al otro tal como es, sin juzgarlo ni intentar cambiarlo.
Estas dos cualidades son fundamentales para una relación sana y equilibrada. Sin embargo, una persona violenta carece de empatía y respeto hacia su pareja.
No se interesa por sus opiniones, gustos o intereses, sino que los descalifica o los ignora. No respeta sus derechos, límites o espacios personales, sino que los invade o los viola. No se preocupa por su bienestar o su felicidad, sino que solo piensa en sí misma.
Cambios bruscos de humor
Otro rasgo que puede delatar a una persona violenta en una relación es la inestabilidad emocional. Una persona inestable puede pasar de ser cariñosa y atenta a ser fría y distante, o de estar tranquila y alegre a estar enfadada y agresiva, sin motivo aparente.
Estos cambios bruscos de humor pueden desconcertar y confundir a su pareja, que no sabe cómo actuar ni qué esperar. Además, pueden generar un clima de tensión y ansiedad en la relación.
Estos son algunos de los rasgos más comunes que pueden caracterizar a una persona que en una relación de pareja será muy violenta. Sin embargo, hay otros muchos que pueden variar según el caso.
Lo importante es estar atento a cualquier señal de alarma y no minimizar ni justificar la violencia.
Si crees que estás sufriendo o puedes sufrir violencia de pareja, no dudes en pedir ayuda a un profesional o a una persona de confianza. Recuerda que la violencia de pareja no es normal ni inevitable, y que tú no eres responsable ni culpable de lo que te pasa. Tú mereces una relación basada en el amor, el respeto y la libertad.