Incluso los niños tienen que aprender a lidiar con los errores. Según un nuevo estudio, esta capacidad puede verse significativamente influenciada por la forma en que los padres piensan acerca de los errores, lo que de alguna u otra manera termina afectando la interpretación que el infante hará de sus propios errores y experiencias.
El papel de los padres para que los niños sepan lidiar con los errores
Se sabe desde hace décadas que los padres forman decisivamente el éxito de sus hijos, independientemente de si se trata de andar en bicicleta, aprender a tocar un instrumento o tener buenas calificaciones en la escuela. Puede resultar tentador elogiar constantemente a los pequeños por sus éxitos; sin embargo, depende del contexto si es bueno o no.
En un estudio realizado en Estados Unidos se descubrió que, por ejemplo, nunca debes elogiar a los niños por su talento («¡Qué niño tan inteligente eres!»), sino siempre por su desempeño («¡Lo hiciste genial!») [¹]
En el estudio participaron alumnos de quinto grado quienes hicieron pruebas de habilidad simples. Posteriormente se les compartieron sus resultados. A algunos de ellos se les dijo: «Eres realmente inteligente». A otros: «Claro que te fue bien, porque esforzaste».
Luego el experimento pasó a la segunda ronda. Ahora los estudiantes tenían una opción: podían intentar una prueba más difícil o una más fácil. Los diferentes comentarios que escucharon antes empezaron a surtir efecto a partir de aquí.
De los niños que fueron elogiados por su esfuerzo después de la primera prueba, el 90 por ciento eligió la más difícil. Aquellos que recibieron elogios por su inteligencia generalmente eligieron la prueba más fácil.
Los resultados demuestran que, si se elogia a los niños por su inteligencia, en realidad estamos dirigiendo su comportamiento de cierta manera. Esto les genera temor e irónicamente los hace menos capaces. Los niños en el experimento querían evitar este riesgo y, por lo tanto, eligieron la prueba fácil.
La inteligencia como un bien para desarrollar
Los niños deben aprender que la inteligencia y la competencia son maleables, no cualidades que Dios les ha otorgado, o no.
Docenas de estudios desde estos primeros experimentos han demostrado que la mentalidad, determina la manera en que los niños abordan las tareas, superan las dificultades y sobreviven a los contratiempos.
Científicos han señalado reiteradamente que quienes tienen una mentalidad fija creen que tienen una cierta porción de inteligencia y talento por naturaleza y que no pueden hacer nada al respecto. Pero esta actitud afecta su comportamiento. Cuando una tarea se vuelve difícil y se atascan al principio, dudan de sus habilidades, se rinden más rápido y finalmente logran menos.
Los niños con una mentalidad de crecimiento, por otro lado, ven la inteligencia y el talento como cosas flexibles que pueden diseñar ellos mismos, con trabajo duro, enfoques inteligentes e instrucciones apropiadas. El resultado: ven las dificultades como un desafío a resolver, y no como un problema al que deben rendirse.
En un nuevo estudio, los mismos investigadores resumen que los padres pueden influir en esta actitud. Sin embargo, no se trata tanto de cómo piensan acerca de la inteligencia y el talento, sino de cómo piensan acerca de los errores, contratiempos y adversidades. [²]
El estrés escolar y cómo los padres reaccionan ante el error
Basándose en numerosos estudios, los resultados son claros: los problemas en la escuela – ya sea con complicaciones con las tareas o malas calificaciones – están entre las experiencias más estresantes de la vida de un niño.
A ningún niño le gusta volver a casa con una mala calificación porque saben que los padres difícilmente estarán contentos con esto. Por supuesto, tampoco deberían estarlo, pero según el estudio, en este momento de fracaso la reacción exacta de los padres es crucial.
Algunos padres piensan que el fracaso es un asunto terriblemente embarazoso. En consecuencia, reaccionan negativamente a los errores y contratiempos: enojados, avergonzados, frustrados, molestos. Y es probable que hagan que el niño sienta estas mismas cosas o incluso las verbalice, porque se convencerán que deben estar orientados al rendimiento.
Al hacerlo, sin embargo, están enviando el mensaje fatal de que los errores son algo profundamente negativo que deben evitarse si es posible.
Por otro lado, hay padres que creen que las personas solo crecen a través de contratiempos y aprenden a través de los errores. Si un niño no ha hecho algo de manera correcta, se enfocan en las cosas que puede aprender y mejorar en el futuro. No ignoran el error, pero se centran en dar una lección.
En otras palabras, piensan de una manera orientada al aprendizaje. Y eso envía un mensaje importante a los niños: los errores están bien.
La reacción de los padres frente al error del niño es determinante
Estas dos formas de pensar de los padres y la forma en que reaccionan ante los errores configuran el comportamiento de sus hijos más que su opinión sobre la inteligencia. Por una simple razón: la reacción es mucho más visible.
Los investigadores notaron esto en varios experimentos. En uno de ellos, le preguntaron a 73 padres y a sus hijos por separado lo que pensaban acerca de los errores. Esto fue lo que descubrieron: había una conexión significativa entre las actitudes de los padres y la de sus hijos respecto a los errores.
Si los adultos pensaban principalmente en el efecto de aprendizaje al cometer errores, sus hijos se sentían igual, lo desfavorable es que, por el contrario, si los padres pensaban que el error era algo intolerable, los niños veían así de fatal tal situación.
- Mueller, C. M., & Dweck, C. S. (1998). Praise for intelligence can undermine children’s motivation and performance. Journal of Personality and Social Psychology, 75(1), 33–52. https://doi.org/10.1037/0022-3514.75.1.33
- Haimovitz, K., & Dweck, C. S. (2016). Parents’ Views of Failure Predict Children’s Fixed and Growth Intelligence Mind-Sets. Psychological Science, 27(6), 859–869. https://doi.org/10.1177/0956797616639727
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