Lista de deseos: 12 cosas que debes hacer antes de morir

En la encrucijada de la existencia humana y las aspiraciones, la «lista de deseos» emerge como un compendio de experiencias, logros y metas que uno aspira a alcanzar en el transcurso de su vida.

Aunque estas listas varían enormemente entre individuos, hay ciertas experiencias universalmente reconocidas por su capacidad para enriquecer la vida, desafiarnos y proporcionarnos perspectivas valiosas.

Este artículo explora doce de esas experiencias, basadas en investigaciones interdisciplinarias y relatos personales.

La mortalidad, aunque a menudo eludida en la conversación cotidiana, es una certeza innegable. Como seres conscientes, buscamos dar significado y propósito a nuestras vidas, y una lista de deseos puede actuar como un mapa guía en esta búsqueda de plenitud.

Al sumergirnos en estas doce propuestas, consideremos no solo la actividad en sí, sino también las implicaciones más profundas y las transformaciones que pueden acompañar a cada experiencia.

1. Viajar a un lugar culturalmente distinto: Una ventana al entendimiento global

El mundo es vasto y diverso, y cada región, cada país, e incluso cada ciudad dentro de ese país, tiene su propia historia, tradiciones y cultura. Viajar a un lugar culturalmente distinto no es simplemente un escape del estrés diario o una pausa de la rutina, sino una travesía hacia el entendimiento profundo de la humanidad en su conjunto.

Para empezar, cada cultura es producto de milenios de historia, adaptaciones y evoluciones. Cada tradición, festividad o costumbre tiene su origen en acontecimientos pasados, ya sean conflictos, celebraciones, conquistas o alianzas. Al sumergirse en un entorno completamente nuevo, uno se convierte en estudiante de esa rica tapeza histórica. Las calles de Roma hablan de imperios y gladiadores, mientras que las pirámides de Egipto cuentan historias de faraones y deidades.

Pero más allá de la historia, lo que realmente enriquece un viaje es el intercambio humano. Las conversaciones con lugareños, la participación en sus rutinas diarias, las comidas compartidas, todo ello ofrece perspectivas que ningún libro o documental podría proporcionar. Este intercambio directo desafía los preconceptos y estereotipos que uno podría tener. ¿Cuántas veces hemos cambiado una opinión preconcebida sobre un lugar o su gente después de experimentar su hospitalidad, escuchar sus historias y entender sus luchas y alegrías?

Además, el viaje ofrece la oportunidad de comparar y contrastar nuestra propia cultura con la que estamos experimentando. Esta comparación puede llevar a la introspección y a preguntas fundamentales sobre nuestros propios valores, creencias y prácticas. Puede hacernos cuestionar por qué hacemos lo que hacemos y creemos lo que creemos.

La belleza del viaje radica en su capacidad para desafiar y expandir nuestro marco mental. Salir de nuestra zona de confort nos obliga a adaptarnos, a aprender y, en última instancia, a crecer como individuos. Nos hace más empáticos, más abiertos y más conscientes de la interconexión global. En un mundo que a menudo parece estar dividido por fronteras, religiones y ideologías, viajar puede actuar como un puente, unificando a la humanidad a través del entendimiento mutuo.

2. Aprender un nuevo idioma: Una travesía a través de la percepción y el pensamiento

El lenguaje es mucho más que un conjunto de palabras y reglas gramaticales; es la esencia de la comunicación humana y la representación del pensamiento y la cultura. Aprender un nuevo idioma no es una tarea fácil, pero el viaje a través del dominio lingüístico es una experiencia que cambia la vida y que ofrece innumerables beneficios.

En primer lugar, el proceso de aprendizaje de un nuevo idioma activa y desafía nuestro cerebro de maneras que pocas otras tareas lo hacen. Estudios neurocientíficos han demostrado que el aprendizaje de un segundo idioma puede mejorar la función cognitiva, aumentar la densidad de la materia gris en el cerebro y retrasar la aparición de enfermedades como la demencia.

Pero más allá de los beneficios neurológicos, aprender un nuevo idioma nos sumerge en una nueva forma de pensar. Cada idioma tiene su propia estructura, idiosincrasias y expresiones que no tienen un equivalente directo en otros idiomas. Por ejemplo, el concepto japonés de «Wabi-sabi», que encuentra belleza en la imperfección y transitoriedad, es difícil de traducir directamente a otros idiomas, pero es fundamental para comprender una faceta de la estética y filosofía japonesa.

Aprender un idioma también abre puertas a la literatura, la música, el cine y otras formas de expresión cultural que de otro modo serían inaccesibles. Leer una obra maestra en su idioma original puede ofrecer matices y profundidades que a menudo se pierden en la traducción.

Además, el dominio de un nuevo idioma facilita la comunicación y el entendimiento en un mundo globalizado. Permite la conexión directa con hablantes nativos, facilitando los viajes, los negocios y las relaciones internacionales.

Por último, aprender un idioma es también un viaje de autodescubrimiento. A medida que luchamos, practicamos y finalmente dominamos una lengua extranjera, enfrentamos nuestras propias limitaciones, paciencia y determinación. Celebramos los pequeños logros, como una conversación fluida o la comprensión de una película sin subtítulos, y nos damos cuenta de la inmensidad y diversidad del mundo lingüístico y cultural.

Aprender un idioma, en resumen, no es solo una habilidad adicional en un currículum, sino una ventana a una nueva percepción del mundo y de uno mismo.

3. Escribir un libro o diario personal: La travesía de la introspección y el legado

La palabra escrita es una herramienta poderosa que ha dejado huella en la historia de la humanidad desde tiempos inmemoriales. Desde las inscripciones en las cuevas hasta los tomos digitales actuales, el acto de escribir ha servido como medio de comunicación, reflexión y expresión. Escribir un libro o llevar un diario personal no es simplemente poner palabras en papel, es embarcarse en un viaje íntimo de autoexploración y dejar un legado para el futuro.

Al escribir, nos vemos obligados a confrontar, organizar y expresar nuestros pensamientos, sentimientos y experiencias. Esta introspección puede ser terapéutica y reveladora. A menudo, al plasmar nuestras ideas en papel, descubrimos facetas de nosotros mismos previamente ocultas o subestimadas. Las experiencias dolorosas pueden empezar a sanar, mientras que los momentos felices se reviven y celebran. Un diario se convierte en un espejo personal, reflejando el viaje de nuestra vida con todas sus vicisitudes y logros.

Por otro lado, escribir un libro, ya sea una novela, una biografía o un tratado académico, es una forma de compartir nuestra perspectiva, conocimiento o imaginación con el mundo. A través de este proceso, no sólo articulamos y cristalizamos nuestras ideas, sino que también establecemos un diálogo con los lectores, influyendo, inspirando o simplemente entreteniendo. Un libro se convierte en un legado, una huella duradera que trasciende el tiempo y a menudo las fronteras geográficas y culturales.

4. Voluntariado en una causa significativa: La conexión con la humanidad

El altruismo es una de las cualidades más nobles del ser humano. Dar sin esperar nada a cambio es una afirmación del espíritu humano y de nuestra capacidad de empatía y amor. El voluntariado, en particular, es una forma activa y directa de marcar una diferencia en el mundo.

Cada acto de voluntariado, ya sea grande o pequeño, tiene un impacto. Puede ser la construcción de escuelas en comunidades marginadas, la plantación de árboles para combatir la deforestación, la asistencia en un comedor popular, o simplemente ofrecer una mano amiga a alguien en necesidad. Estas acciones no solo benefician a aquellos a quienes servimos, sino que también transforman al propio voluntario. A través de la entrega, aprendemos a valorar más profundamente la vida y a entender las complejidades y luchas de otros.

Además, el voluntariado nos ofrece una perspectiva única del mundo. En un entorno donde el individualismo a menudo prevalece, actuar desinteresadamente nos recuerda la interconexión de la humanidad y nuestro deber colectivo hacia el bienestar común.

5. Aprender un nuevo instrumento musical: El lenguaje del alma

La música, desde las melodías primigenias hasta las sinfonías modernas, ha sido una constante en todas las culturas. A menudo se la denomina el «lenguaje universal», porque trasciende palabras y fronteras para tocar el alma humana de maneras inefables. Aprender a tocar un instrumento musical es adentrarse en este mundo mágico y expresar sentimientos y emociones de una manera completamente nueva.

Cada instrumento tiene su propia voz y personalidad, y al aprender a tocarlo, el músico se embarca en un viaje de descubrimiento y conexión. Ya sea el profundo retumbar de un tambor, la dulce melodía de una flauta o la armonía rica de un piano, cada nota y acorde cuenta una historia.

Además de ser una forma de autoexpresión, aprender un instrumento también ofrece múltiples beneficios cognitivos y emocionales. La disciplina requerida para practicar y mejorar, la coordinación mano-ojo y el desarrollo auditivo, y la satisfacción de lograr una pieza musical son solo algunos de los beneficios tangibles. Pero quizás el más significativo es la capacidad de la música para sanar, conectar y inspirar. A través de la música, somos capaces de comunicar, entender y sentir de maneras que las palabras a menudo no pueden alcanzar.

6. Experimentar un retiro de silencio o meditación: El viaje hacia el interior

Vivimos en un mundo de constante ruido y estímulos. Desde las notificaciones en nuestros teléfonos hasta el bullicio de la vida urbana, rara vez encontramos momentos de verdadera quietud. Sin embargo, el silencio y la introspección tienen un valor inmenso que, con frecuencia, pasamos por alto. Los retiros de silencio o meditación nos ofrecen la oportunidad de sumergirnos en un espacio de profunda reflexión y conexión con nuestro yo interior.

Estos retiros, ya sean en monasterios apartados o en centros de meditación especializados, proporcionan un respiro del ruido exterior y nos permiten enfrentarnos a nuestros pensamientos y emociones sin distracciones. La meditación, en particular, ha sido practicada durante milenios en diversas culturas y tradiciones, reconocida por sus beneficios tanto para la mente como para el cuerpo. Al centrarnos en nuestra respiración, en nuestras sensaciones corporales o en mantras específicos, entrenamos nuestra mente para estar presentes, para liberarnos de las preocupaciones del pasado y de la ansiedad del futuro.

El verdadero poder de estos retiros radica en su capacidad para transformar nuestra relación con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. A través de la introspección, podemos identificar patrones de pensamiento dañinos, sanar heridas emocionales y descubrir un sentido de propósito y claridad. Además, al alejarnos temporalmente del mundo externo, aprendemos a valorar y apreciar el sonido del silencio y el poder de la contemplación.

7. Observar un fenómeno natural raro: Reconexión con la maravilla del universo

La naturaleza, con su majestuosidad y misterio, ha cautivado a la humanidad desde sus albores. Fenómenos como eclipses solares, la danza vibrante de la aurora boreal o las majestuosas migraciones de criaturas como las mariposas monarca o las ballenas, son recordatorios de la maravilla y complejidad del universo natural. Observar uno de estos eventos es una experiencia que puede resonar profundamente en nuestro ser, recordándonos nuestro lugar en el vasto tejido de la existencia.

Estos fenómenos, más allá de su belleza estética, nos conectan con ritmos y ciclos ancestrales. Representan la danza eterna de la vida, muerte y renovación que permea todo el universo. Son testimonios de la interconexión de todos los seres y fenómenos, y cómo, a pesar de nuestras construcciones y avances tecnológicos, seguimos siendo parte intrínseca de este cosmos.

Experimentar un fenómeno natural raro es, en muchos aspectos, una forma de meditación. Es un momento en el que el tiempo parece detenerse, y nos encontramos completamente inmersos en el presente, absorbidos por la magnitud y belleza del espectáculo ante nosotros.

Estas experiencias pueden ser profundamente humildes, recordándonos la vastedad del universo y la relatividad de nuestra existencia efímera. Al mismo tiempo, nos infunden un sentido de asombro y gratitud, inspirándonos a proteger y cuidar el delicado equilibrio de nuestro planeta y su biodiversidad.

8. Establecer una conexión profunda con un extraño: El espejo del alma humana

El ser humano es, por naturaleza, una criatura social. A lo largo de la historia, hemos dependido de nuestras relaciones y conexiones con otros para sobrevivir y prosperar. Sin embargo, en la modernidad, con la creciente interconexión digital, a menudo nos encontramos más aislados que nunca. A pesar de la multitud de «amigos» en redes sociales o seguidores en plataformas digitales, las conexiones genuinas y profundas son cada vez más raras.

Sin embargo, hay momentos, a menudo inesperados, en los que establecemos una conexión profunda y significativa con un completo extraño. Puede ser una conversación en un tren, un encuentro casual en un café, o incluso un intercambio en línea. Estas conexiones efímeras, aunque breves, pueden tener un impacto duradero en nuestras vidas.

Nos ofrecen un espejo en el cual reflejar nuestras propias experiencias, miedos, esperanzas y sueños. Nos recuerdan que, a pesar de las aparentes diferencias de cultura, lengua o antecedentes, hay emociones y experiencias universales que nos unen a todos.

9. Realizar un acto de valentía física o emocional: Confrontando las fronteras del espíritu humano

Desde tiempos inmemoriales, la valentía ha sido una virtud exaltada en casi todas las culturas y civilizaciones. Ser valiente no se limita únicamente a las hazañas físicas, como saltar en paracaídas o escalar una montaña; la valentía emocional, a menudo más desafiante, implica enfrentar nuestros miedos internos, vulnerabilidades y traumas.

Cuando tomamos la decisión de confrontar un temor profundo, ya sea confesando un sentimiento reprimido, pidiendo disculpas o enfrentando un trauma del pasado, nos embarcamos en un viaje de autodescubrimiento y crecimiento personal.

Estos actos de valentía nos permiten romper las cadenas que nos han retenido y abrirnos a nuevas experiencias y posibilidades. Además, al enfrentar y superar nuestros miedos, fortalecemos nuestra resiliencia y capacidad de afrontamiento, preparándonos para futuros desafíos.

La valentía, en todas sus formas, es esencialmente un testimonio de la capacidad del espíritu humano para superar obstáculos, tanto externos como internos. Es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades y desafíos que puedan surgir, tenemos la fortaleza y determinación para seguir adelante y trascender.

10. Iniciar un proyecto o negocio propio: El camino hacia la autorealización

En el núcleo de cada individuo yace una chispa de creatividad, innovación y ambición. Dar vida a esta chispa a través de un proyecto o negocio personal es uno de los viajes más gratificantes y desafiantes que uno puede emprender. No se trata solo de obtener ganancias o reconocimiento, sino de la realización de una visión y pasión personal.

El proceso de llevar una idea del papel a la realidad implica una amplia gama de habilidades y conocimientos. Desde la planificación y organización hasta la adaptabilidad y resolución de problemas, iniciar un proyecto personal nos desafía en múltiples frentes. Sin embargo, más allá de los desafíos logísticos y operativos, lo que realmente define el éxito de un emprendimiento es la pasión y determinación del individuo detrás de él.

El hecho de ver cómo una idea se materializa y crece es inmensamente satisfactorio. Cada obstáculo superado, cada logro alcanzado, es un testimonio del esfuerzo, la dedicación y la pasión invertidos. Además, al embarcarnos en esta aventura, no solo creamos algo de valor para nosotros mismos, sino que también dejamos una huella en la comunidad y, potencialmente, en el mundo.

11. Asistir a un evento o ceremonia de importancia cultural global: Tejiendo lazos en la aldea global

Vivimos en un mundo cada vez más interconectado, donde eventos y culturas de todo el planeta pueden influir y afectar nuestras vidas diarias. Aunque las tecnologías digitales nos ofrecen una ventana a estos eventos, experimentarlos en persona es una experiencia completamente diferente.

Asistir a eventos de importancia cultural global, como los Juegos Olímpicos, el Carnaval de Río o el Festival Diwali en la India, nos sumerge en un torbellino de colores, sonidos y emociones. Estas celebraciones son más que simples eventos; son manifestaciones de la rica tapezana cultural de nuestra especie. Al participar en ellos, no solo celebramos las tradiciones y rituales específicos de una cultura, sino también la diversidad y unidad inherentes a la condición humana.

Estos eventos nos ofrecen una oportunidad única para conectarnos con personas de todos los rincones del mundo, para aprender de sus historias y compartir las nuestras. En un momento en que las divisiones y el aislamiento parecen más prevalentes que nunca, estas experiencias nos recuerdan que, en el núcleo, todos compartimos esperanzas, sueños y aspiraciones similares. En última instancia, nos ayudan a tejer lazos de comprensión y camaradería en nuestra aldea global.

12. Pasar tiempo en la naturaleza, desconectado de la tecnología: Un redescubrimiento del ser primordial

En la era digital en la que vivimos, con sus constantes notificaciones, actualizaciones y demandas, la conexión con el mundo natural se ha convertido en un lujo que muchos subestiman. Sin embargo, este regreso a nuestras raíces, a un estado más primordial, es esencial para mantener el equilibrio y la perspectiva en un mundo que, a menudo, se siente abrumador.

La naturaleza, con su ritmo intrínsecamente diferente, nos invita a desacelerar. Ya sea caminando por un bosque, meditando junto a un arroyo o simplemente observando el horizonte en una montaña, estas experiencias nos ofrecen un espacio de introspección y reflexión. Al desconectarnos de la tecnología, incluso si es solo temporalmente, eliminamos las distracciones y nos permitimos estar plenamente presentes en el momento.

Además, estar en la naturaleza nos brinda una conexión palpable con el mundo que nos rodea. Nos recuerda nuestra interdependencia con el ecosistema y nos inspira a actuar con mayor conciencia y respeto hacia nuestro entorno. Esta conexión con la naturaleza también puede tener profundos beneficios psicológicos y físicos, desde reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño hasta fomentar un mayor sentido de bienestar y propósito.

Esta experiencia de inmersión en el mundo natural también proporciona un recordatorio humilde de nuestro lugar en el gran esquema de las cosas. A pesar de nuestros logros y avances tecnológicos, seguimos siendo una pequeña parte de un universo vasto y maravilloso. Al darnos cuenta de esto, podemos abordar la vida con una mayor sensación de asombro, gratitud y respeto.

En resumen, la lista de deseos que se ha detallado no es simplemente una compilación de actividades para marcar en una lista. Más bien, representa un viaje hacia el auto-descubrimiento, la conexión y la realización. Cada punto es una oportunidad para crecer, aprender y, lo que es más importante, vivir plenamente.

La vida, con su multitud de posibilidades, nos invita constantemente a aventurarnos más allá de lo familiar y a sumergirnos en lo desconocido. Estas experiencias, tanto grandes como pequeñas, moldean quiénes somos y cómo nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Por lo tanto, ya sea viajar a un lugar desconocido o simplemente tomar un momento para apreciar la belleza natural, cada experiencia es invaluable en su propio derecho.