Recientes investigaciones han renovado el interés en uno de los mayores enigmas de la historia: cómo los antiguos egipcios construyeron las monumentales pirámides de Giza y otras estructuras similares hace más de 4,500 años. Un estudio publicado en 2024 por un equipo de la Universidad de Carolina del Norte en Wilmington, utilizando tecnología satelital avanzada, ha aportado pruebas que refuerzan la hipótesis de que el agua desempeñó un papel crucial en este proceso.
Esta teoría, que ha ganado tracción en los últimos años, sugiere que los egipcios aprovecharon ramas ahora extintas del río Nilo para transportar los enormes bloques de piedra necesarios para estas construcciones.
El estudio, liderado por la profesora Eman Ghoneim y publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, identificó mediante imágenes de radar satelital una antigua rama del Nilo, bautizada como la «Rama Ahramat». Este canal, que se estima tuvo unos 64 kilómetros de longitud y entre 200 y 700 metros de ancho, habría corrido paralela a muchos de los sitios donde se erigen las pirámides, incluyendo Giza y Lisht.
Los investigadores combinaron datos satelitales con análisis de sedimentos y mapas históricos para confirmar que esta rama del río estaba activa durante la época de construcción de las pirámides, entre el 2700 y el 1700 a.C. Según Ghoneim, esta vía acuática habría permitido a los egipcios transportar los bloques de piedra caliza y granito, algunos de hasta 2.5 toneladas, utilizando barcazas, reduciendo significativamente el esfuerzo humano necesario para mover estos materiales por tierra.
Además, otro estudio publicado en agosto de 2024 en la revista PLOS One por un equipo interdisciplinario liderado por Xavier Landreau del Instituto Paleotécnico de París, propone una teoría aún más específica: un sistema hidráulico interno dentro de la Pirámide Escalonada de Djoser, la más antigua de Egipto, podría haber funcionado como un elevador de agua para subir bloques a niveles superiores.
Los investigadores sugieren que un pozo central en la pirámide, combinado con un sistema de presas y canales externos como el «Foso Seco» que rodea la estructura, habría permitido canalizar agua para elevar plataformas flotantes cargadas con piedras. Aunque esta hipótesis es innovadora, ha generado escepticismo entre algunos egiptólogos, como Kamil Kuraszkiewicz de la Universidad de Varsovia, quien argumenta que las piedras de Djoser, más pequeñas que las de las pirámides posteriores, podrían haberse movido con métodos más simples, y que no hay evidencia escrita directa que respalde un sistema hidráulico tan complejo.

Sin embargo, estas teorías no son del todo nuevas. Desde 2013, el descubrimiento de los papiros de Wadi al-Jarf, que datan del reinado de Khufu (constructor de la Gran Pirámide), ha documentado cómo los egipcios transportaban piedra caliza desde canteras lejanas hasta Giza a través de canales artificiales conectados al Nilo.
Estos documentos, escritos por un oficial llamado Merer, describen un sistema logístico que incluía puertos y canales para facilitar el movimiento de materiales pesados. La reciente evidencia satelital parece corroborar estas narrativas históricas, mostrando que el paisaje alrededor de las pirámides no era el desierto árido que vemos hoy, sino un entorno más húmedo y navegable.
Críticamente, estas teorías no resuelven todas las incógnitas. Aunque el uso del agua para transporte parece plausible y está respaldado por evidencia arqueológica, la idea de sistemas hidráulicos internos para levantar bloques sigue siendo especulativa y requiere más investigación. Además, algunos expertos, como David Jeffreys de University College London, señalan que los métodos tradicionales, como rampas y trineos lubricados con agua (una práctica documentada en relieves egipcios), podrían haber sido suficientes para explicar la construcción sin necesidad de sistemas hidráulicos avanzados.
Por otro lado, el impacto del cambio climático en la región, que llevó al secado de la Rama Ahramat hace unos 4,200 años debido a sequías y tormentas de arena, ofrece un contexto ambiental que explica por qué estas vías acuáticas desaparecieron del registro visible.
En conclusión, los avances tecnológicos, como el radar satelital, están permitiendo a los investigadores reconstruir el entorno de las pirámides y arrojar luz sobre las ingeniosas soluciones que los egipcios podrían haber empleado.
Aunque la idea de que el agua fue un elemento esencial en la construcción de las pirámides no es definitiva, estas investigaciones recientes nos acercan a comprender cómo una civilización antigua logró una de las mayores hazañas de ingeniería de la historia. Mientras tanto, el debate sigue abierto, y cada nuevo descubrimiento invita a repensar lo que creíamos saber sobre estos monumentos icónicos.
Deja un comentario